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Imaginemos un escenario en los años noventa. Dos personas se están conociendo y quedan de manera asidua en una cafetería para tomar algo y charlar. En cada cita intercambian miradas, sonrisas y alguna que otra caricia. A esto lo podemos denominar como comunicación no verbal.
¿Y en la actualidad dónde queda la comunicación no verbal? ¿Con las redes sociales y las conversaciones por aplicaciones de mensajería instantánea? A eso lo podemos llamar Digital Body Language (DBL) o Lenguaje Corporal Digital.
Por esta necesidad de interpretar las señales que antes teníamos con la comunicación no verbal, ahora podemos ver cómo han aparecido los emojis, por ejemplo. Estos son capaces de cambiar el contexto y la forma en la que emisor y receptor entienden la frase.
¿Qué señales podemos detectar de comunicación no verbal en el ámbito digital? Por ejemplo, puedes fijarte en quién inicia la conversación, la periodicidad de los mensajes, el momento del día en que se envían o cuánto se tarda en responder. Hay tantos elementos de Digital Body Language como ocurrencias.
Muchas personas se fijan incluso en la longitud de los mensajes para interpretar ciertas emociones. Como hemos mencionado anteriormente, el uso de emojis y, sobre todo, de qué emojis es muy importante. Incluso el tipo de imágenes que se suben a redes pueden ser decisivas para comenzar una relación o no.
El problema radica en que, como con la comunicación no verbal, el Digital Body Language no es un lenguaje universal. Hay señales que dos personas puedan interpretar de maneras distintas. Por ejemplo, una persona puede pensar que tardar un día en responder es excesivo y otra que no. ¿Quién tiene razón?
Si seguimos poniendo ejemplos, podemos entender que haya emojis que para unas personas sea gracioso y para otras no. Por otro lado, que una persona no empiece las conversaciones puede interpretarse como desinterés, pero para otra solo sería timidez.
Al igual que en una relación cara a cara, la comunicación por aplicaciones de mensajería instantánea también debe de ser clara. ¿Qué queremos decir? Que es importante hablar sobre las rutinas que tenemos con el móvil.
Por ejemplo, si vas a empezar una relación con alguien, debes avisar si no vas a estar disponible, comentar que no sueles estar pendiente el móvil o que no sueles usar nunca emojis. Esto es relevante, porque la otra persona puede interpretar de manera incorrecta tus hábitos en el entorno digital.
Los expertos también hacen hincapié en la necesidad de ser asertivo, es decir, la necesidad de comunicar cuando algo no te parece bien. Si te gusta que alguien te escriba, hazle saber lo que te agrada recibir un mensaje suyo.
Por otro lado, si se encuentran dos personas totalmente distintas digitalmente, se puede acordar enviar algo sencillo al día. Al final, lo importante es que el Digital Body Language no determine la calidad de tus relaciones.
Antes que nada, ¿quién forma parte de la generación Z? Todas las personas que han nacido a partir de 1995. Como se puede intuir, este grupo de personas ha crecido con un móvil en la mano, por lo que sus hábitos tienen mucho de "digital".
Los datos indican que un 95 % de la generación Z tiene móvil, que un 55 % lo usa cinco horas o más al día y un 26 % llega hasta las 10 o más horas diarias. Por ello, es normal que sean los que más en cuenta tienen el DBL.
Una muestra de ello es que muchos integrantes de la generación Z adoptan comportamientos a conciencia. Por ejemplo, muchos deciden retrasar sus contestaciones para hacerse los interesantes, siendo una muestra de cómo usan el DBL.
¿La actual sociedad está preparada para autogestionar bien el Digital Body Language y puede que necesiten de un profesional que les ayude? La realidad es que cada vez estamos expuestos a un mayor número de estímulos, además de manera prolongada en el tiempo. Por ello, a veces es complicado gestionar tanta información.
Para gestionar las emociones que nos puede generar la comunicación digital tenemos a los psicólogos/as. Ellos son los profesionales perfectos que nos permiten conocernos y tener una relación más sana con nosotros mismos y con los demás.
Sin embargo, como psicólogos/as, también deben de mantenerse actualizados con las tendencias del momento. Y es que de este entorno digital al que hacemos referencia aparecen nuevos trastornos mentales que hay que trabajar.
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